
Buenavista, Santa Cruz. Bajo la sombra de un árbol de okoró, mientras recolectaba sus frutos, el productor ganadero Miguel Ángel Hurtado conversó sobre la crisis cárnica que atraviesa el país y respondió a los titulares que este martes dominaron la agenda nacional. “Carniceros y trabajadores del sector exigieron una reunión urgente con el presidente Rodrigo Paz Pereira ante el alza del precio de la carne y el temor por una posible apertura de exportaciones”.
Hurtado, ganadero de larga trayectoria y conocedor del mercado cárnico, analizó en detalle los factores que —según él— explican el incremento en el precio del producto y los reclamos que hoy llegan desde los puntos de venta al consumidor.
La caída en la oferta de ganado: sequía, inundaciones y pérdidas
El productor recordó que 2023 fue un año “desastroso” para el sector ganadero debido a la extrema sequía que golpeó regiones como Concepción, Pailón, San José, San Javier y gran parte de la Chiquitanía.
“Las propiedades quedaron sin nada para darle al ganado. Tuvimos que vender hasta las madres para que no se mueran”, relató. Contó incluso el caso de un colega que perdió 24 reses por falta de alimento.
A esa crisis se sumó este año una temporada de inundaciones que afectó la reproducción. “Para que una vaca quede preñada debe estar en buena condición. Después de la sequía y con demasiada lluvia, la aparición de terneros cayó”, afirmó. En su propio hato, la cantidad de crías bajó de 250 a 200 este año.
La escasez de oferta —añadió— es un proceso natural que ningún decreto puede revertir: “El gobierno no puede obligar a las vacas a parir dos veces al año ni a que el ganado engorde más de un kilo por día”.
Los costos del productor frente al margen del comercio
Hurtado también apuntó a un tema central: la estructura de precios dentro de la cadena. Aseguró que mientras el costo del maíz —base de la alimentación— subió hasta 155 bolivianos por quintal, los carniceros mantienen márgenes que, a su juicio, son excesivos.
“Nosotros antes vendíamos a 22 o 24 bolivianos el kilo gancho y ellos también ganaban 24. Pero ahora que al productor le pagan 40, los carniceros quieren vender a 80. No puede ser que ganen lo mismo que un ganadero cuando ellos no crían, no recrían y no engordan”, cuestionó.
Según su cálculo, con un margen razonable, la carne debería estar alrededor de 60 bolivianos por kilo de primera, “no barata, pero sí razonable”.
Exportación y dólar: claves para estabilizar el mercado
Respecto a las denuncias de acopio de ganado para exportación, Hurtado sostuvo que sin ventas al exterior “el país se va al tacho”. Para él, la apertura comercial permite atraer inversiones y ayuda a estabilizar el tipo de cambio.
Recordó que con el dólar a 14 bolivianos se importó diésel de forma privada a un costo equivalente, y si la divisa baja a 8 bolivianos —como proyecta el gobierno— los costos para grandes empresas disminuirán, lo que dará respiro a toda la cadena productiva.
“El mercado se regula solo. Ya está bajando el arroz y lo mismo pasará con el maíz y la carne. Solo hay que tener un poco de paciencia”, afirmó.
Regulación sí, pero sin castigar al productor
El ganadero insistió en que la intervención estatal debe enfocarse en regular al comerciante, no en castigar al sector productivo. “Cuando el Estado aprieta una punta de la cadena, revienta a alguien. Y si revientan al productor, la consecuencia llega después para toda la población”, advirtió.
Confianza e inversiones para un mercado sano
Hurtado remarcó que la estabilidad económica depende de atraer inversiones y evitar convulsiones políticas. “Si comienzan bloqueos e inseguridad, nadie va a invertir en Bolivia. Necesitamos confianza”, subrayó.
Antes de despedirse, pidió paciencia a la población: “Cuando los precios están buenos, más gente se mete a producir y eso naturalmente regula el mercado. Todo lleva su tiempo”.