Estas bandas contactan a sus víctimas en Bolivia y las hacen pasar a Argentina por pasos ilegales en Yacuiba, Bermejo y Villazón. En el vecino país son explotados y viven en condiciones de precariedad.
Estas bandas contactan a sus víctimas en Bolivia y las hacen pasar a Argentina por pasos ilegales en Yacuiba, Bermejo y Villazón. En el vecino país son explotados y viven en condiciones de precariedad.
En Argentina el boliviano es víctima de otro boliviano. A diferencia de la trata y tráfico de personas hacia otros países, las víctimas bolivianas en Argentina son explotadas con trabajo forzoso, paga mínima y condiciones de vida precarias.
En otros países la trata se da más para la explotación sexual dirigida por extranjeros, pero en suelo argentino el boliviano abusa y explota a su compatriota. “En el marco de una investigación que se inició en Salta, los oficiales allanaron cuatro inmuebles en la provincia de Buenos Aires. La PSA (Policía se Seguridad Aeroportuaria) rescató a 24 víctimas de explotación laboral y detuvo a dos personas que regenteaban talleres textiles clandestinos”, es el reporte de un operativo desarrollado en octubre del año pasado. Las víctimas eran bolivianas y los detenidos también.
Las redes de trata y tráfico de personas buscan en Bolivia a ciudadanos de escasos recursos y les ofrecen trabajo en Argentina con buenas condiciones. Aceptan y se van a la frontera. La mayoría son jóvenes. Hay tres puntos para el paso a Argentina: Villazón, Yacuiba y Bermejo. Los dos primeros son los más utilizados, ya que existen rutas alternas ilegales al paso migratorio. Muchas de las víctimas no cuentan con documentos. Es más, algunos no tienen un certificado de nacimiento. Eso es como si no existieran.
“En el caso de los bolivianos, muchos de ellos y sobre todo los indocumentados corren el peligro de caer en manos de tratantes que les ofrecen trabajos con muy buenos salarios que en el destino -Buenos Aires, Rosario, Mendoza, por citar algunos- se transforman en durísimas condiciones en talleres textiles, huertas, ladrilleras y carpinterías, según está corroborado por las autoridades argentinas”, dice parte de un informe de la Gendarmería argentina. El “negocio” empieza en suelo boliviano. Los llamados “empresarios” que viven en Argentina -que son bolivianos o hijos de bolivianos- tienen sus emisarios en varias ciudades del país.
Hacen los contactos y “contratan” a personal para ir a trabajar en la actividad textil. Las víctimas aceptan a oferta, pero no saben las condiciones en las que trabajarán. “Los migrantes bolivianos desconocen sus derechos y no se perciben a sí mismos como víctimas de reducción a la servidumbre porque, coincidieron varias de las fuentes consultadas, en la mayoría de los casos escapan de la falta absoluta de oportunidades y encuentran resignadamente, aún en este tipo de explotación, una manera de progreso social”, dice el informe argentino.
La ruta del delito
La ruta nacional 34 de Argentina es el paso que utilizan muchos tratantes para transportar a sus víctimas a diferentes puntos del vecino país, pero por lo general el objetivo es llegar a Buenos Aires, donde están instaladas las textileras. En el informe se relata un caso en el que la Gendarmería argenti na - que en un tramo de 55 kilómetros sobre la ruta nacional 34 hace al menos tres controles- encontró en la ciudad de Tartagal a un camionero que llevaba a un niño boliviano de ocho años.
“El menor de edad no hablaba mucho; boliviano, tímido y tenía con él una especie de bolsa de dormir que era cartón prensado. Cuando se le preguntó a dónde iba, contestó: ‘A donde todos van. A buscar a mi papá’”, dice el texto. Después se realizó la intervención de la Fiscalía argentina y del consulado boliviano en Jujuy.
El camionero argentino quedó libre de cualquier cargo y el niño, con un salvoconducto, fue entregado a la Defensoría de la Niñez de Bolivia en el municipio de Yacuiba porque no se pudo contactar a la familia en el vecino país. La frontera con Argentina es imposible de controlar. La Policía Boliviana tiene informes de estas bandas de tratantes que utilizan pasos no habilitados para transportar personas, desde niños hasta mayores de edad.
Casi todos van a la explotación laboral. “La frontera (con Argentina) es imposible de controlar absolutamente, porque geográficamente es como una especie de U con pasos no autorizados, con caminos, quebradas y gente que tiene el patio en el otro país. Y esto da una situación que colabora para el contrabando y todo lo que usted conoce”, relató un policía de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc).
En el informe nacional investigan a bolivianos que adquieren inmuebles en el lado argentino, ya sea en Salvador Maza o La Quiaca. El documento recalca que esta acción se la lleva adelante con la Gendarmería argentina para no cometer injerencia. Es en estos domicilios en la frontera donde se establecen los centros de operaciones de estas bandas. Utilizan casas que están en plena línea fronteriza para que lleguen las víctimas. Estos inmuebles también sirven para el contrabando de productos hacia Bolivia. “(Los tratantes) viven en el monte, cruzan por pasos no habilitados, a veces los cruza el empresario y a veces ellos mismos (las víctimas). Se verificó que es el mismo boliviano es quien explota a su gente, mete a la gente y luego se mueve de acuerdo a los movimientos de la policía y la Gendarmería (argentina)”, dice el informe policial boliviano que se refiere al paso de Yacuiba.
Muerte en ladrillera
Otro hecho ocurrió en la localidad argentina de Aguaray, en la provincia de Salta. En 2022 ocurrió una muerte de un boliviano y a partir de ese hecho se dio con una banda de tratantes. Una ladrillera explotaba a bolivianos. La empresa los tenía como esclavos. Trabajaban todo el día, comían una sola vez al día y no recibían paga. El dueño de la empresa es un boliviano que ahora enfrenta a la justicia en Argentina, según la agencia Telam. “Se encontró a unos 260 bolivianos que no tenían documentos, vivían y trabajaban en una ladrillera en condiciones de total precariedad”, dice el informe de Telam sobre este hecho.
El consulado boliviano llegó al lugar y comprobó que los trabajadores no tenían documentos. Lo extraño era que los bolivianos no querían regresar al país, preferían seguir trabajando en esas condiciones. El tráfico de personas hacia Argentina no para. No lo hizo en plena pandemia y peor ahora que ambos gobiernos decidieron realizan un trabajo conjunto para combatir este delito. Estas mafias manejan mucho dinero producto del trabajo que realizan las víctimas bolivianas. La actividad textil no es la única que atrae a migrantes, también buscan mano de obra para construcción.
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